Los Desastres tecnologicos

Desastres tecnológicos

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Los accidentes ambientales se pueden definir como eventos inesperados que afectan, directa o indirectamente, la seguridad y la salud de la comunidad involucrada y causan impactos en el ambiente.

Los accidentes ambientales se pueden caracterizar de dos maneras diferentes:

a. Desastres naturales: Son las catástrofes provocadas por fenómenos de la naturaleza. En su mayoría no interviene la mano del hombre. En esta categoría están incluidos los terremotos, maremotos, huracanes, etc.

b. Desastres tecnológicos: Son las catástrofes provocadas por las actividades realizadas por el hombre, tales como los accidentes nucleares, las fugas de sustancias químicas, incendios industriales, derrame de petróleo etc.

Si bien las causas que originan estos dos tipos de catástrofes son independientes, algunas veces pueden estar relacionadas, como en el caso de una fuerte tormenta que ocasiona daños en una planta industrial. En tal situación, además de los daños directos provocados por el fenómeno natural, también puede haber otros problemas derivados de los impactos en las instalaciones de la empresa afectada.

Las intervenciones del hombre en la naturaleza también pueden contribuir a la ocurrencia de accidentes naturales. Por ejemplo, el uso y ocupación desordenada del suelo puede acelerar los procesos de deslizamiento de tierra.

Sin embargo, como por lo general es difícil prevenir la mayoría de los accidentes naturales, en diversos países del mundo, principalmente en donde estos fenómenos son más frecuentes, se ha invertido en sistemas para atender estas situaciones.

Se puede afirmar que la mayoría de los accidentes de origen tecnológico es previsible, por lo que se debe trabajar principalmente en la prevención de estos episodios, sin descuidar la preparación e intervención durante la ocurrencia de éstos.

De este modo, se puede observar que para los accidentes de origen tecnológico, se aplica perfectamente el concepto básico de gestión de riesgos. Es decir, es posible disminuir un riesgo si se actúa tanto en la «probabilidad» de la ocurrencia de un evento no deseado, como en las «consecuencias» generadas por tal evento.

Entre los diversos tipos de accidentes tecnológicos, se puede destacar como de especial interés el accidente químico, el cual se puede ser definir como un acontecimiento o situación que resulta en la liberación de una o varias sustancias peligrosas para la salud humana y/o el medio ambiente, a corto o largo plazo.

Las consecuencias de los accidentes químicos están asociadas a diferentes tipos de impactos en el medio ambiente, las personas o el patrimonio (público y privado). Así, se resumen los daños causados por esos eventos como sigue:

  • Pérdida de vidas humanas
  • Impactos ambientales
  • Daños a la salud humana
  • Daños económicos
  • Efectos psicológicos en la población
  • Compromiso de la imagen de la industria y el gobierno.

En la década de los ochenta, se enfatizó considerablemente a prevención de accidentes industriales, principalmente después de los casos de Chernobyl, Ciudad de México y Bhopal. Además, se desarrollaron diferentes programas en los que no sólo se contemplaban los aspectos preventivos, sino también los de intervención durante las emergencias. Entre esos programas, se puede destacar el Emergency Planning and Community Right-to-Know Act (Acta de Planificación de Emergencias y el Derecho a Saber de la Comunidad); el CAER-Community Awareness and Emergency Response (Concientización y Respuesta a Emergencias de la Comunidad); el APELL – Awareness and Preparedness for Emergency at Local Level (Programa de Concientización y Preparación para Emergencias en el Nivel Local), entre otros.

En el desarrollo de este tema, se presentarán aspectos básicos de utilidad para identificar y evaluar los riesgos, prevenir los accidentes ambientales de origen tecnológico, así como adoptar medidas rápidas y eficientes durante su ocurrencia.

Identificación y evaluación de riesgos

El primer paso para lograr la prevención e intervención eficientes debe ser la identificación y evaluación de riesgos a los que está expuesta una región, de modo que las medidas adoptadas puedan facilitar la reducción y gestión de tales riesgos y la planificación de las intervenciones de emergencias.

En el caso de accidentes tecnológicos causados por sustancias peligrosas, se debe proceder según la secuencia descrita a continuación (es posible hacer adaptaciones según las condiciones específicas de una determinada región):

a. Inventario estadístico de los accidentes provocados por sustancias peligrosas en la región objeto del estudio;

b. Inventario de las actividades en las que se manipulan sustancias peligrosas:

  • Industria
  • Comercio
  • Terminales
  • Sistemas de transporte: terrestre, ferroviario, marítimo, fluvial y por viaductos.

c. Caracterización de las sustancias y sus respectivas cantidades.

d. Identificación de los riesgos y posibles consecuencias causadas por accidentes eventuales, incluidas las actividades y productos identificados.

e. Implementación de medidas para la reducción de accidentes y gestión de riesgos.

Estas actividades no sólo proporcionarán resultados desde el punto de vista preventivo (reducción y gestión de riesgos), sino también información fundamental para la planificación de un sistema de atención de accidentes tecnológicos en la región de estudio (figura 1).

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Figura 1. Actividades preventivas iniciales para la elaboración de un sistema de atención de accidentes ambientales

Esta etapa puede ser muy compleja y tomar mucho tiempo, dependiendo de la región que se va a estudiar. Por ello, es importante crear un Grupo de Trabajo en el que participen todos los segmentos involucrados de la sociedad a fin de agilizar y tratar detalladamente todos los aspectos mencionados anteriormente.

Planificación de un sistema de atención de accidentes ambientales de origen tecnológico

Al igual que en la etapa anterior, la planificación de un sistema de atención de accidentes debe estar a cargo de un grupo de trabajo multidisciplinario, en el que participen los diversos segmentos implicados de la sociedad, a través de especialistas de las diferentes áreas involucradas.

Antes de comenzar la organización de un sistema de atención de accidentes, se deben identificar los diferentes sistemas de emergencia existentes en la región, entre otros:

  • Cuerpo de bomberos
  • Policía
  • Defensa civil

Para el sistema de emergencia que se va a organizar e implantar, se debe considerar las peculiaridades de la región y de los organismos participantes, de manera que se aproveche al máximo las estructuras existentes, con las adaptaciones necesarias.

El sistema de atención de accidentes debe contemplar los siguientes aspectos:

a. Recursos humanos

Especialistas de las diferentes áreas involucradas (defensa civil, médicos, ambiente, etc.) y disponibilidad de materiales y equipos en cantidad suficiente para atender los posibles accidentes previamente estudiados.

b. Sistema de comunicación

Una vez que se ha definido el sistema y el funcionamiento de los organismos, según el tipo y dimensión del accidente, se debe implantar (o incluso adaptar), los sistemas existentes, de modo que faciliten las comunicaciones necesarias de forma rápida y confiable durante la atención a los accidentes.

El sistema de comunicación debe considerar el uso de teléfonos (líneas públicas y privadas), radio y fax, entre otros.

c. Rutinas operacionales

Se deberá definir la rutina de procedimientos destinada a combatir cada uno de los posibles accidentes estudiados, con una organización jerárquica para aplicarla durante la emergencia, así como las funciones que desempeñarán los diferentes organismos participantes y los recursos que serán movilizados.

d. Capacitación

La implementación del sistema de atención deberá estar precedida por sesiones de capacitación de diferentes tipos y en diversos niveles, dirigidas a:

  • coordinadores
  • participantes
  • periodistas
  • comunidad

e. Mantenimiento del sistema

El sistema se deberá evaluar, actualizar y perfeccionar periódicamente con base en experiencias, de modo que se pueda mantener el nivel deseado de eficiencia a lo largo del tiempo. Asimismo es importante recordar que la capacitación constante contribuye de manera significativa al mantenimiento de un sistema eficiente, por lo que es necesario prever programas periódicos de capacitación.

Consideraciones generales

No se puede ignorar la posibilidad de la ocurrencia de accidentes ambientales provocados por productos químicos. Sin embargo, es necesario tratar de reducir al máximo la probabilidad de ocurrencia de estos episodios mediante el desarrollo de medidas preventivas adecuadas.

También es necesario desarrollar medidas correctivas eficaces para la reducción de los impactos causados al ambiente durante la ocurrencia de los accidentes.

Con base en lo expuesto anteriormente, se puede afirmar que la gestión de accidentes ambientales pasa por dos etapas, a las que corresponden acciones diferenciadas, según lo indicado en el cuadro de la figura 2.

La eficacia de la prevención de los accidentes ambientales y minimización de sus impactos, sólo será posible a través de la elaboración de un sistema adecuado que se deberá actualizar y perfeccionar permanentemente con la finalidad de:

a. Preservar la vida humana.

b. Evitar impactos significativos para el ambiente.

c. Evitar o minimizar las pérdidas materiales.

P
R
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V
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C
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Ó
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IDENTIFICACIÓN DE PELIGROSEVALUACIÓN DE LOS RIESGOS Y DE SUS CONSECUENCIASREDUCCIÓN DE LOS RIESGOS

PLAN DE EMERGENCIA

INSTRUCCIÓN Y CAPACITACIÓN

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EVALUACIÓN DEL ACCIDENTEORGANIZACIÓNMOBILIZACIÓN

ASISTENCIA DE EMERGENCIA

RECUPERACIÓN

Figura 2. Etapas de la gestión de accidentes ambientales

Para tener éxito en las operaciones durante las situaciones de emergencia, se debe tratar de actuar de manera coordinada, con la participación de todas las personas y organismos involucrados, y establecer planes específicos complementados con una capacitación periódica.

Las siguientes entidades son las que por lo general actúan en las emergencias químicas:

  • Defensa civil
  • Secretaría de salud publica
  • Instituciones relacionadas con ambiente
  • Policía nacional
  • Cuerpo de bomberos
  • Seguridad Industrial
  • Representantes de la comunidad.

Esa forma de acción integrada normalmente contempla la coordinación por parte de la Defensa Civil, a la cual compete actuar como órgano facilitador para la movilización de recursos materiales y especialistas. De este modo, la respuesta a la situación de emergencia podrá ser rápida y eficaz, disminuyendo así los impactos resultantes del accidente.

Artículo extraído del “Curso de auto instrucción en prevención y preparación y respuesta para desastres por productos químicos”, Organización Panamericana de la Salud (OPS).

Los desastres atrasa el desarrollo

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LOS DESASTRES NATURALES

LOS DESASTRES NATURALES

 Una inundación provoco 30.000 muertes en Europa.

 

 “Es de esperar que en el futuro, las grandes catástrofes producidas por el cambio climático tengan consecuencias cada vez más graves. Así pues, nos enfrentamos a nuevos riesgos climáticos y a la posibilidad de sufrir mayores pérdidas.  Haríamos bien en ser precavidos y prepararnos para cambios drásticos.” 

(Topics Geo—Annual Review: Natural Catastrophes 2003.)

 

 Durante el verano de 2003, varias regiones de Europa experimentaron elevadísimas temperaturas, a cuyos efectos se atribuyen 30.000 muertes en Bélgica, España, Francia, Gran Bretaña, Italia, los Países Bajos y Portugal. Además, una ola de calor premonzónica hizo que 1.500 personas fallecieran en Bangladesh, la India y Paquistán, al tiempo que la sequía y un calor sin precedentes desencadenaron en Australia incendios forestales que consumieron más de 3.000.000 de hectáreas.

La Organización Meteorológica Mundial informó que “durante la temporada de huracanes de 2003 se formaron dieciséis tormentas tropicales en el Atlántico, cifra que supera por mucho la media anual de 9,8 registrada entre 1944 y 1996, y que confirma el notable aumento del número de sistemas tropicales que se forman al año desde mediados de la década de 1990”. Este patrón se repitió en el transcurso del año 2004, cuando varios huracanes devastadores barrieron el Caribe y el golfo de México, cobrándose 2.000 vidas y dejando una estela de destrucción a su paso.

En 2003, Sri Lanka fue azotada por un ciclón que provocó graves inundaciones, a consecuencia de las cuales hubo 250 muertos. En 2004 se formaron sobre el Pacífico occidental una cantidad récord de veintitrés tifones. Diez de ellos atravesaron Japón, donde ocasionaron grandes daños y acabaron con la vida de 170 personas. Las inundaciones causadas por las fuertes lluvias monzónicas afectaron a cerca de 30.000.000 de habitantes del sudeste asiático, en particular de Bangladesh. Millones de personas se quedaron sin vivienda, casi 3.000.000 se vieron obligadas a huir de sus hogares y hubo más de 1.300 muertos.

En 2003 también se produjeron varios terremotos muy fuertes. El 21 de mayo, un sismo en Argel (Argelia) dejó a 10.000 personas heridas y a 200.000 sin hogar. A las 5.26 de la mañana del 26 de diciembre se sintió un fuerte temblor a ocho kilómetros al sur de la ciudad iraní de Bam. Este terremoto de magnitud 6,5 devastó el 70% de la ciudad, mató a 40.000 personas y dejó sin casa a más de 100.000. Fue el desastre natural más mortífero del año. Asimismo, redujo a escombros la mayor parte de la ciudadela de dos mil años de antigüedad, Arg-e-Bam, lo que privó a la población de Bam y sus alrededores de una atracción turística vital para su economía.

Exactamente un año después se registró a poca distancia de la costa occidental del norte de Sumatra (Indonesia) un movimiento sísmico de magnitud 9, que desencadenó el tsunami más mortífero de la historia. Las letales olas se cobraron más de 200.000 vidas y dejaron un gran número de heridos y desplazados. El funesto abrazo del tsunami llegó incluso a la costa oriental de África, a más de 4.500 kilómetros al oeste del epicentro.

 

 ¿Hay nubarrones en el horizonte?

 ¿Debemos considerar estos sucesos un anticipo de lo que nos espera en el futuro? Muchos científicos afirman que los cambios en la atmósfera provocados por el ser humano están alterando el clima del planeta y causando fenómenos climatológicos extremos. De ser así, tales declaraciones no auguran nada bueno para el porvenir. A esta posibilidad hay que sumarle el creciente número de personas que viven en zonas de riesgo, ya sea por elección propia, o porque no les queda otra alternativa.

Las estadísticas indican que el 95% de las muertes por desastres naturales se producen en países en vías de desarrollo. Las naciones ricas, por el contrario, tienen una menor tasa de mortalidad, pero padecen el 75% del total de las pérdidas económicas. Algunas compañías aseguradoras se plantean si podrán mantener su solvencia ante las continuas pérdidas.

 

Los Desastres Naturales y el factor Humano

Si un automóvil recibe buen mantenimiento, probablemente será un medio de transporte seguro, pero si se lo maltrata y se lo descuida, puede resultar peligroso. En cierto sentido ocurre lo mismo con la Tierra.

Numerosos científicos creen que nuestro planeta se ha vuelto un lugar peligroso debido a los cambios que el ser humano ha provocado en la atmósfera y los océanos. Dichos cambios, a su vez, han propiciado el aumento de la frecuencia y la gravedad de los desastres naturales. Y no parece que la situación vaya a mejorar en el futuro. “Estamos realizando un exhaustivo experimento sin ningún tipo de control con el único planeta del que disponemos”, dice un editorial de la revista Science acerca del cambio climático.

A fin de entender mejor hasta qué punto las acciones humanas pueden estar incidiendo en la frecuencia y la gravedad de las catástrofes naturales, hemos de analizar un poco más los fenómenos naturales que desencadenan dichas catástrofes. Para empezar, veamos cómo se forman tormentas fuertes como los huracanes.

 

 Intercambiadores de calor planetarios

 Ha comparado el sistema climático terrestre a una máquina que transforma y distribuye la energía del Sol. Dado que el trópico recibe la mayor parte del calor solar, la diferencia de temperaturas resultante pone la atmósfera en movimiento. La rotación diaria del planeta hace que esa masa de aire húmedo en continua circulación forme remolinos, que a veces se transforman en depresiones, o zonas de baja presión atmosférica. Estas, a su vez, pueden convertirse en tormentas.

 

 Si se detiene a observar la trayectoria habitual de las tormentas tropicales, se dará cuenta de que suelen alejarse del ecuador y desplazarse hacia áreas más frías, tanto al norte como al sur. De este modo, las tormentas actúan como gigantescos intercambiadores de calor que contribuyen a moderar el clima. Ahora bien, cuando la temperatura de la capa superior del océano —la “sala de calderas” de la maquinaria climática— supera los 27 °C, las tormentas tropicales adquieren a veces tanta energía que se convierten en ciclones, huracanes o tifones, que en esencia son el mismo fenómeno, pero con diferentes nombres de acuerdo con la región donde se produzcan.

Basándose en el número de muertes, el peor desastre natural de la historia de Estados Unidos fue el huracán que asoló la ciudad isleña de Galveston (Texas, EE.UU.) el 8 de septiembre de 1900. Las olas causadas por la tormenta se cobraron de 6.000 a 8.000 vidas en la ciudad y 4.000 en los alrededores, y demolieron 3.600 casas. De hecho, no quedó una sola edificación que no sufriera daños.

Como se mencionó, en los últimos años se han formado algunas tormentas muy fuertes. Los científicos están estudiando si este hecho puede deberse al calentamiento global, que tal vez esté suministrando más energía a los sistemas tormentosos. No obstante, el cambio climático quizás sea solo una de las consecuencias del calentamiento del planeta. Es posible que ya se esté experimentando otra potencialmente más peligrosa.

 

 Subida del nivel del mar y deforestación

 De acuerdo con un editorial de la revista Science, “el nivel del mar subió entre 10 y 20 centímetros durante el siglo pasado, y no parece que vaya a parar”. ¿De qué forma influye el calentamiento global en este fenómeno? Los investigadores apuntan a dos mecanismos posibles. Uno sería mediante el derretimiento de los casquetes polares y los glaciares, con el consiguiente aumento del volumen oceánico. Y el otro, mediante la expansión térmica de los líquidos: cuando los océanos se calientan, aumenta su volumen.

Es probable que las diminutas islas Tuvalu, en el Pacífico, ya estén sufriendo las consecuencias de la subida del nivel del mar. La revista Smithsonian declara que, según datos obtenidos en el atolón de Funafuti, el nivel del mar aumentó “una media anual de 5,6 milímetros en la pasada década”.

 Muchos países siguen liberando gases de efecto invernadero

 

 En muchos lugares del mundo, el crecimiento de la población conlleva más urbanización, mayor número de poblados marginales y, por tanto, mayor degradación del medio ambiente. Estos factores pueden incrementar la gravedad de los desastres naturales. Veamos algunos ejemplos.

El país insular de Haití tiene una alta densidad de población y problemas de deforestación. Una noticia reciente afirmaba que, aunque su situación económica, política y social es precaria, lo que en verdad pone en peligro la existencia del país es la deforestación. Esta amenaza se hizo patente de forma trágica en 2004 cuando las lluvias torrenciales provocaron avalanchas de lodo que se cobraron miles de vidas.

La edición asiática de Time culpa al “calentamiento global, las represas, la deforestación y la agricultura de tala y quema” del aumento de los desastres naturales que han plagado el sur de Asia. Por otro lado, la deforestación puede agravar la sequía al hacer que el suelo pierda la humedad con mayor rapidez. En los últimos años, a consecuencia de las sequías en Indonesia y Brasil, se han declarado incendios como nunca antes en bosques que por lo general son demasiado húmedos como para arder. Con todo, las condiciones climatológicas extremas no son en absoluto la única causa de los desastres naturales. Muchas naciones sufren catástrofes cuyo origen hay que buscarlo en el interior del planeta.

 

 Cuando el suelo tiembla

 La corteza terrestre está constituida por placas de diversos tamaños que se desplazan unas con respecto a otras. De hecho, hay tantos movimientos en la corteza que es posible que se produzcan varios millones de temblores al año. Muchos de ellos, claro está, pasan desapercibidos.

Se dice que un 90% de los sismos se localizan en las fallas cerca de los bordes de las placas. Menos comunes, pero a veces muy destructivos, son los terremotos que se producen en el interior de las placas. Según los cálculos, el más mortífero del que haya constancia fue el que sacudió tres provincias de China en el año 1556. Se cree que murieron 830.000 personas.

 Corteza terrestre

 

 Los movimientos sísmicos también pueden tener efectos secundarios letales. Por ejemplo, el 1 de noviembre de 1755, un terremoto arrasó la ciudad portuguesa de Lisboa, que contaba con 275.000 habitantes. Pero la desgracia no acabó ahí. El sismo provocó incendios, así como tsunamis de hasta 15 metros de altura, que se sucedían veloces desde el océano Atlántico. En total, el número de fallecidos en la ciudad superó los 60.000.

Sin embargo, también en estos casos, la magnitud de los desastres depende hasta cierto punto del factor humano. Un elemento determinante es la elevada densidad de población de las áreas de alto riesgo. “En la actualidad, casi la mitad de las grandes ciudades del mundo están emplazadas en zonas proclives a los sismos”, dice el escritor Andrew Robinson. Otro factor son los materiales y el diseño estructural de las edificaciones. Se ha dicho que “los terremotos no son los que matan a la gente, sino los edificios”, lo cual ha resultado ser cierto muy a menudo. Pero ¿acaso tienen alguna alternativa quienes no pueden permitirse construir hogares a prueba de terremotos?

 

Los volcanes: constructores y destructores

“Mientras usted lee estas palabras, probablemente haya en erupción un mínimo de veinte volcanes”, afirma un informe del Instituto Smithsoniano, de Estados Unidos. En términos generales, la teoría de la tectónica de placas sostiene que los terremotos y los volcanes se producen en áreas similares: en las enormes hendiduras —particularmente las oceánicas— formadas por fallas geológicas; en las fisuras de la corteza terrestre —por donde el magma asciende desde el manto—, y en las zonas de subducción, donde una placa se hunde bajo otra.

 Corte transversal de un volcán

 

 Los volcanes de estas zonas son la mayor amenaza para el ser humano tanto por el número de erupciones observadas como por su cercanía a las áreas pobladas. El borde de la cuenca del Pacífico, conocido como el cinturón de fuego, está salpicado de cientos de volcanes de este tipo. También se encuentran algunos lejos de los límites de las placas en los llamados puntos calientes, o focos térmicos. Las islas Hawai, las Azores, las islas Galápagos y las islas de la Sociedad parecen haber surgido de tales focos.

 

 Algo más que maíz creció en un campo

En 1943, un agricultor mexicano vio crecer en su hacienda algo que no era maíz. Se hallaba en el terreno cuando se percató de que se estaban abriendo grietas en el suelo. Al día siguiente, esas fisuras se habían convertido en un pequeño volcán que creció 150 metros en una semana, y un año después medía 360 metros. El cono, que se encuentra a 2.775 metros sobre el nivel del mar, alcanzó finalmente los 430 metros. El volcán, al que se le puso el nombre de Paricutín, se apagó de repente en 1952 y desde entonces ha permanecido inactivo

 

En realidad, los volcanes han demostrado tener un importante papel constructor a lo largo de la historia del planeta. Según una página universitaria de Internet, “el 90% de todos los continentes y las cuencas oceánicas son resultado del vulcanismo”. Pero ¿por qué son tan violentas algunas erupciones?

Las erupciones se producen cuando el magma caliente del interior de la Tierra asciende a la superficie. Algunos volcanes tan solo expulsan lava, la cual raras veces se mueve tan deprisa como para tomar a las personas por sorpresa.

Pero otros liberan más energía en sus explosiones que una bomba nuclear. Los factores determinantes son la composición y la viscosidad de la materia fundida que alimenta al volcán, así como la cantidad de gases y agua a elevadas temperaturas que dicha materia contiene. A medida que el magma se acerca a la superficie, esa agua y esos gases que transporta disueltos se expanden con rapidez. Con la composición de magma apropiada, el efecto es similar a cuando se abre una lata de refresco con gas después de agitarla.

Afortunadamente, los volcanes suelen avisar antes de hacer erupción. Este fue el caso de la Montagne Pelée de la isla caribeña de Martinica en 1902. Dado que estaban a punto de celebrarse elecciones en la cercana Saint Pierre, los políticos convencieron a la población para que se quedara, a pesar de las cenizas, el malestar físico resultante y el miedo que dominaba a la ciudad. De hecho, la mayoría de las tiendas llevaban días cerradas.

El 8 de mayo era la festividad de la Ascensión, así que muchas personas acudieron a la catedral católica a pedir en oración que se las librara del volcán. Ese día, poco antes de las ocho de la mañana, la Montagne Pelée hizo erupción, arrojando una abrasadora masa de piroclastos —cenizas, polvo volcánico, obsidiana, piedra pómez y gases calientes— con una temperatura que oscilaba entre los 200 y los 500 °C. La mortal nube negra resultante descendió a gran velocidad pegada al suelo, cubrió la ciudad, mató a unas treinta mil personas, fundió la campana de la iglesia y quemó los barcos del puerto. Fue la erupción volcánica más mortífera del siglo XX. Con todo, no hubiera causado tantas muertes si la gente hubiera prestado atención a los avisos.

 

 ¿Se intensificarán los desastres naturales?

 En el Informe mundial sobre desastres 2004, la Federación Internacional de las Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja indica que los desastres geofísicos y climáticos se incrementaron en más de un sesenta por ciento en la pasada década. “Estos datos muestran tendencias a más largo plazo”, dice el informe, publicado antes de que se produjera el devastador maremoto del 26 de diciembre en el océano Índico. Está claro que si la población sigue aumentando en las zonas de alto riesgo y los bosques siguen desapareciendo, hay pocos motivos para ser optimistas.

Por si esto fuera poco, muchos países industrializados continúan liberando a la atmósfera más gases de efecto invernadero que nunca antes. En cierto editorial de la revista Science se decía que posponer la reducción de tales emisiones “es como rechazar un tratamiento médico para una infección incipiente. No cabe duda de que a la larga habrá que invertir más para curarla”. Teniendo en cuenta el precio que habrá que pagar, un informe canadiense sobre cómo mitigar los efectos de los desastres afirmaba: “El cambio climático puede considerarse el problema medioambiental más extendido y de mayor alcance con el que ha tenido que enfrentarse la comunidad internacional”.

Por el presente, no obstante, la comunidad internacional no consigue ponerse de acuerdo ni siquiera en si las actividades humanas contribuyen o no al calentamiento del planeta, menos aún en cómo controlarlo.

 

 La distribución desigual del calor procedente del Sol también contribuye a la formación de corrientes oceánicas que transfieren la energía a regiones más frías. 

 

Principales causas en el aumento de los desastres naturales 

A lo largo de los últimos años, el aumento en la frecuencia de los desastres naturales se ha hecho notorio. Se ha hecho un estudio y se ha determinado que existen tres causas principales para este incremento de fenómenos. Estas causas han sido definidas de la siguiente manera: calentamiento global, causas socioculturales, y causas políticas. A continuación se encuentra una explicación de cada una de ellas.

 

Causas políticas

Las causas políticas en los desastres naturales son bastante importantes en el sentido de que muchos gobiernos se dedican a la corrupción y a la acción de robar dinero. La mayoría del aumento en la frecuencia de los desastres naturales está directamente relacionado a las actividades cotidianas de los seres humanos. Dentro de los gobiernos, la falta de decisiones y en algunos casos no tener el valor para ejecutarlas, en la mayoría de las situaciones lo único que les interesa es crear riquezas en forma de dinero. Lo recién mencionado sirve como base para las causas políticas en los desastres naturales.

Son los gobiernos, juntos con sus respectivos países, los cuales poseen una mayor vulnerabilidad a los desastres naturales (en términos de ubicación geográfica) los que se hacen más daño para poder salir adelante. Ellos, están acelerando sus actividades para incrementar sus ganancias con mayor rapidez. Las causas políticas en sus más importantes rangos, abarcan temas de decisiones precisas y correctas. Además, parte de los problemas (medio-ambientales) que se enfrentan hoy en día, son gracias a la ignorancia de muchos de las personas que conforman los gobiernos, pensando que las actividades que llevan a cabo les beneficiarán a ellos nada más, sin ponerse a analizar el daño que le crean no solo al medio ambiente, si no al planeta Tierra en todo su contexto.

 

Causas socioculturales

Este tipo de causas se relacionan con varias situaciones en la sociedad. Una de ellas es la falta de educación en los habitantes de muchos de los países, dan como resultado el hecho que no valoren sus recursos naturales. Las diferentes formas de vida de los seres humanos hacen que el planeta tenga una menor expectativa de vida. Ensuciar los ríos, lagos, mares, aumentar las actividades en fábricas industrializadas, día con día hacen que el medio ambiente se deteriore con una mayor recurrencia o frecuencia de desastres naturales.

Muchas de las personas que habitan en países del tercer mundo, que al mismo tiempo viven en situaciones de subdesarrollo llevando una vida de escasa educación, generalmente pasan por alto la importancia de cuidar los recursos naturales. El simple hecho de vivir en la pobreza, hace que la población busque otras alternativas, aceptando trabajos en los que por ejemplo requiere una contaminación ambiental, una deforestación, o trabajos en fábricas. La falta de moralidad en las personas hace que ejecuten estos tipos de trabajos, sin tomar en cuenta que conforme pasan los días el medio ambiente se deteriora con rapidez.